martes, 16 de noviembre de 2010

EL HALLAZGO


Quisiera contar a Vuestras mercedes lo que hace poco me ocurrió: Me hallaba caminando por la campiña, absorto en mis pensamientos cotidianos, haciendo un breve repaso a lo que es mi vida, comparándola con los que fueron la orden religiosa mas importante de la Cristiandad: Los Caballeros Templarios.
Me sorprendió la similitud en algunas circunstancias que me une a ellos. Aún no habiendo profesado los votos, vivía al igual que ellos en la mas miserable pobreza, estaba sometido a la obediencia de todo sistema y estaba obligado a la castidad por no tener de donde pillar cacho.
Había caminado durante horas, metido en mi mundo, cuando de repente algo distrajo mi atención. A unos metros delante de mí, observé unas luminarias que del suelo emergian con unos colores que era imposible apartar la vista de ellas. Una vez reaccioné, me armé de valor (así le llamo a mi 9mm Parabellum) y me dirigí hacia ellas. Del centro de las mismas y semi enterrada vi lo que parecía ser una copa. Al extraerla comprobe que se trataba de un especie de cáliz de alabastro y metal. ¡Señor lo que se me paso por la cabeza! ¿No habría, yo miserable mortal, encontrado el Santo Grial?
Con gran nerviosismo me afané a despojarlo de la tierra que tenia adherida, cuando de repente se se elevó sobre mi y tras iluminarse con un brillo cegador comenzó a emitir una voz que me lleno tanto de emoción como de temor:
"Oh, noble caballero, habéis sido vos el elegido entre toda la cristiandad para rescatar la reliquia más preciada por ella. Por ello se os concede el deseo que vos creáis que agradaría a Dios."
¡¡¡¡La leche!!!! Yo el elegido.... Y ahora ¿que pido? No recuerdo el tiempo que estuve dando vueltas en circulo pensado en el deseo que podría pedir. De repente se me paso por la cabeza la estupidez más grande que cabeza humana pueda pensar. Resucito a algún ilustre personaje que pueda dar solución a este caos que a la sociedad conduce.
Me incliné frente al cáliz y dige: "Quisiera que resucitaseis a Aristoteles."
Se hizo el silencio. Después de un tiempo la voz dijo: "Difícil empresa vuestra demanda. Esa persona feneció hace demasiados milenios y es tarea imposible su resurrección"
¡Vaya chasco y vaya m.... de Grial.! Fue tal mi desilusión que dirigiéndome a la luz dije: "Pues va a ser que eso o nada, alee"
Se volvió ha hacer el silencio. Esta vez mucho más largo, casi eterno. De repente volvió a sonar la voz:"Hermano he consultado con el Altísimo y me ha ratificado mi respuesta, mas os hace saber que podéis pedir cualquier otro deseo aunque ello sea menos altruista"
Me quede cayado, pensando en que si no me habría pasado pidiendo la resurrección del griego... Luego comencé a pensar en las cosas que podría solicitar y apañarme yo la vida. Al fin y como en el fondo soy un alma cándida, pensé "seré justo": "quisiera, que al menos , mi país sufriera una mejoría y a poder ser en un breve espacio de tiempo."
Esta vez el silencio fue sepulcral. Nada se oía. Pero la luz seguía encendida así que algo es algo.... Me regocijaba el pensar que yo, un pobre infeliz, podría tener la solución a la crisis, al paro y a todo lo que fustiga  nuestro país. Me encontraba lleno de gracia, feliz. De repente de nuevo la voz me arranco de mi delirio, y con un tono un tanto sinuoso dijo: " ¿Como decíais que se llamaba el griego muerto?"......


Caballero Templario.

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